Creo que los bienaventurados tienen una gran compasión de nuestras miserias; se acuerdan de que siendo como nosotros, frágiles y mortales, cometieron las mismas faltas, sostuvieron los mismos combates, y su ternura fraternal se hace más grande todavía de lo que lo era en la tierra, por eso no cesan de protegernos y de rogar por nosotros.
(Santa Teresa del Niño Jesús)
Feliz día del Señor. Celina









